Supuesto de que se habla del evangelio en nuestra propia lengua, a los editores les ha parecido oportuno incluir en una misma entrada del diccionario los vocablos griegos pertenecientes a una misma área conceptual y abordarlos uno detrás de otro (cuando hay varios) dentro de apartados presididos por una voz o término clave en lengua vernácula. La extensión y el contenido de los artículos debía contar con que en la práctica del servicio a la comunidad cristiana, por razones de tiempo, uno se ve muchas veces forzado a dar una rápida ojeada. Incluso el que lee el artículo por un interés personal busca más bien unas líneas maestras que un sinfín de detalles. Por esto los editores no podían considerar tarea, la de contribuir a la investigación, sino que procuraron más bien que el lector se familiarizase con los problemas planteados, al paso que se le sugerían posibles soluciones y se le impulsaba a que se formase un criterio propio.
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