Son pocos los que saben que a los primeros hallazgos que tuvieron lugar en el mar Muerto siguieron otros varios más y que para estas fechas se habla ya de un millar aproximado de documentos distribuidos en veinte lotes diferentes. Toda esta voluminosa y variada literatura cubre un amplio espacio de tiempo, que va desde el 375 a. C. al 135 de nuestra era. Junto a los documentos escritos ha ido apareciendo un abundante material arqueológico, que en algunos casos reviste importancia extraordinaria.
Son muchas las ciencias que se benefician de los nuevos descubrimientos: la historia, la arqueología, la filología, la paleografía… Pero, para nosotros los cristianos, el interés radica, sobre todo, en la luz que éstos proyectan sobre la Biblia. Con relación al Antiguo Testamento, recuperamos copias de los libros sagrados nueve, diez, once y hasta doce siglos más antiguas que las hasta ahora existentes. Respecto del Nuevo Testamento, baste saber que la mayor parte de la nueva literatura es rigurosamente contemporánea del nacimiento del cristianiano; perteneciente, además, a la secta judía de los esenios, que vivían en régimen monacal en la región de Qumrán, en las inmediaciones del mar Muerto. Mientras Juan bautizaba en el Jordán y Jesús ayunaba en el desierto, allí, a pocos kilómetros de distancia , había otros ascetas judíos dedicados a una vida de intensa religiosidad. Durante sus años de juventud en el desierto, ¿no habrá vivido el Bautista con los esenios?. ¿No habrá algún paralelismo entre Jesús y el fundador de la comunidad de Qumrán? ¿La primitiva comunidad cristiana de Jerusalén, ¿no se habrá inspirado en las experiencias de Qumrán ¿No habrá alguna relación e incluso dependencia del cristianismo respecto del esenismo?.
Todos estos temas e interrogantes se hallan tratados por el doctor González Lamadrid con competencia, seriedad, madurez de criterio, y al mismo tiempo con claridad, en un lenguaje asequible al gran público. Ningún autor español ha seguido tan de cerca como él los descubrimientos del mar Muerto. Participó en 1954 en las excavaciones del monasterio de Qumrán. Ha convivido durante largas temporadas en Jerusalén con los miembros del equipo encargado de publicar los manuscritos y tiene ya varias publicaciiones sobre el tema.
Valoraciones
No hay reseñas todavía